
20 de febrero de 2024.
El término “cosmeticorexia” es bastante nuevo. Se empezó a usar el año pasado a raíz del aumento exponencial de niños y adolescentes obsesionados con las rutinas de skincare que se promocionan en las redes sociales. A los niños afectados, en algunos ámbitos se les conoce como “Sephora kids”.
Aunque el término se empezó a usar recientemente, es cierto que muchos dermatólogos han empezado a detectarlo prácticamente desde poco después del inicio de la pandemia.
Se trata de un trastorno psicológico en los jóvenes influenciados por las redes sociales, también llamada dismorfia cosmética o trastorno obsesivo compulsivo de la imagen corporal, es un trastorno mental que se caracteriza por una preocupación excesiva por la apariencia física, especialmente en lo que respecta al estado de la piel y el cabello.
Las personas que sufren de dismorfia cosmética pueden presentar los siguientes síntomas:
- Preocupación constante por las imperfecciones en la piel o el cabello, llegando a pasar horas mirándose al espejo en busca de cualquier defecto, incluso los imperceptibles para los demás.
- Uso excesivo de productos cosméticos en un intento de cubrir sus supuestas imperfecciones con capas de maquillaje, cremas, lociones y demás productos.
- Comportamientos compulsivos que se pueden materializar en rituales de limpieza de la piel o del cabello e inclusive llegar a recurrir a tratamientos estéticos invasivos.
- Baja autoestima pues se sienten inseguros sobre su apariencia y creen que no son lo suficientemente atractivos.
- Aislamiento social para evitar salir o relacionarse con otras personas por el miedo a ser juzgados por su apariencia.
Las consecuencias de este trastorno pueden ser tanto físicas como psicológicas, por mencionar algunas de ellas son:
- Deterioro de la piel pues el uso excesivo de productos cosméticos puede irritar la piel, obstruir los poros y provocar acné, dermatitis e incluso quemaduras.
- Baja autoestima que lleva a las personas con cosmeticorexia a sentirse inseguras sobre su apariencia.
- Daño al cabello por el uso excesivo de tintes, decolorantes y otros productos químicos, dejándolo seco, quebradizo y sin brillo.
- Ansiedad y depresión por la preocupación constante por sus imperfecciones a veces inexistentes.
- Problemas de salud general pues la preocupación excesiva por la apariencia puede afectar el sueño, la alimentación y otros aspectos de la salud en general.
- Aislamiento social pues intentan evitar salir y relacionarse con personales que las puedan llegar a juzgar.
- Comportamientos compulsivos como la limpieza excesiva o la compra compulsiva de productos cosméticos.
Esta nueva expresión es utilizada para describir el auge de compras por parte de las niñas, o sus padres, de productos cosméticos, así como la creación de contenido de belleza en las diferentes plataformas digitales. Se le acuño a la conocida marca Sephora porque es dicha empresa una de las más competitivas en el mercado cosmético incluso para las niñas.
Ahora mismo se sostiene el debate de qué tipo de responsabilidad recae sobre las personas dueñas de las redes sociales que no garantizan los derechos de los niños, niñas y adolescentes o de incluso si esta existe, pero hay algo que sí es seguro, los padres tienen plena responsabilidad sobre la crianza y garantías de los derechos de sus hijos, por lo que los expertos en psicología recomiendan a los padres que aguanten la presión social, quienes no dan trascendencia a darle a su hija maquillaje como si fuera una juego, alimentando más la sociedad consumista.
Los niños y adolescentes usan cada vez más las redes sociales y, aunque en estas pueden estar expuestos a riesgos, evitar que las usen e interactúen por medio de ellas generaría una distancia con las oportunidades que brinda la tecnología.
Hoy las redes sociales son los gigantes de Silicon Valley, uno de los mayores centros de negocios tecnológicos del mundo. Compañías como Facebook, Google, Microsoft, Apple y Amazon se encuentran allí y entendieron que no se trata solo de crecer y tener más usuarios, sino de asumir compromisos como la seguridad en sus herramientas, específicamente en las que se establecen conversaciones, se construyen planes, se envían mensajes y muchas de las cosas que realizan las personas en su cotidianidad.
La responsabilidad de estas empresas incluye la protección de la información de sus usuarios, el cuidado de los menores de edad en línea y el tipo de contenidos que consumen, ya que es inevitable que los niños y adolescentes quieran estar en las redes sociales; ellos son, muchas veces, los que suelen viralizar las nuevas apps y lo que encuentran en internet, además son los más cercanos a la tecnología y quienes se arriesgan a probar los últimos dispositivos, formas de interacción y funcionalidades.
Por último es importante tener en cuenta que, derivado de la PATRIA POTESTAD, más concretamente de nuestro deber de CUSTODIA de nuestros hijos, somos los principales responsables de su seguridad, por lo que se informan las edades mínimas para el uso de las redes sociales:
- FACEBOOK, TIKTOK, INSTAGRAM 13 AÑOS.
- YOUTUBE Y TWITTER 14 AÑOS.
- SNAPSHAT 13 años (Common Sense Media, principal organización sin fines de lucro de Estados Unidos que se dedica a mejorar las vidas de todos los niños y las familias al ofrecerles la información confiable, la educación y la voz independiente que necesitan para tener éxito en el siglo XXI, ha calificado a Snapchat como apta para adolescentes de 16 años en adelante, principalmente debido al contacto con contenido inapropiado para adolescentes menores y las estrategias de publicidad, como los cuestionarios o quizzes, que recopilan información).
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